ESTADO Y RELIGION. LA HISTORIA SE REPITE

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ABRIL DE 2015. Transcribo mi editorial para Aurora del 15 02 2013. Seguimos igual. Nada ha cambiado.

Llegó el momento de separar la religión del Estado

El equilibrio del poder ha cambiado en Israel. La balanza se inclina hacia uno y otro lado según van cambiando las posibilidades de conformación del nuevo gobierno.

Nada es seguro, salvo que ya nada es igual. Biniamín Netanyahu no podrá decidir solo los próximos pasos. Son muchos los temas pendientes que requieren consenso. Las dudas asaltan su mente y su alma cuando analiza las diferentes opciones que le permitan formar gobierno con una mayoría fuerte que no caiga al primer tropezón. El no imaginó ni por asomo esta situación antes de las elecciones que se encargó de adelantar en la seguridad de que ganaría en forma holgada como para continuar en el nuevo periodo haciendo y deshaciendo a su antojo.
Ninguno de los posibles socios le hace fácil el camino para seguir adelante. Cada uno está firme y decidido en sus posturas y hay mucha intransigencia. Ya nada es igual pero hay que reconocer que no todo cambiará por arte de magia y en un periodo corto. Hay incompatibilidad de caracteres y de ideas entre sus posibles socios. La condición que unos tienen para integrarse al gobierno es ni más ni menos que no ingrese a la coalición otro sector opuesto. La decisión que tome el Primer Ministro nos indicara a que dirección se dirige el país.

Lapid hace valer sus bancas en la Knéset

Yair Lapid, aparece con un poder enorme en las esferas de gobierno. Tanto el oficialismo como la oposición han sido sorprendidos y han quedado en shock por la posición que su partido ocupó en las elecciones. El sabe que no se podrá prescindir de su figura. De hacerlo solo le estarán dando aún más fuerza y apoyo de los ciudadanos. Muchos que no lo votaron descubren ahora sus propuestas. Se dividen entre quienes están aferrados al funcionamiento actual y no lo quieren por lo que propone y los que están encandilados con su firmeza de no ingresar al gobierno si no consigue que se apliquen los cambios que lo llevaron a la posición que hoy ocupa.
Sus propuestas son casi revolucionarias para un país acostumbrado a la convivencia de la religión y el Estado. Desde la creación de Israel nos llegan mensajes de que no puede existir el país sin esa fórmula. No se trata de cambiar lo que es obvio y todos queremos. Israel es el país de los judíos, es el país donde cualquiera de nosotros puede desarrollar su vida sin ser discriminados por esa condición. Es el país que nos reúne luego de tantas penurias que han sufrido las familias judías en la diáspora.
Sin embargo, la religión dentro del gobierno ha traído y trae muchos problemas. No existe país en el mundo en el que la mayoría acepte las condiciones de una minoría. Israel cuenta hoy con más del 80 % de la población judía, pero solo un pequeño porcentaje menor al diez por ciento integra el judaísmo ortodoxo.
Nadie puede pensar siquiera que este sector deba resignar ninguna de sus ideas, de sus creencias, sus costumbres, y mucho menos su fe o sus normas rígidas. Lo que se cuestiona es si ellos pueden imponer sus criterios a otros, aun a judíos que no piensan de la misma forma o sienten su pertenencia en forma diferente.
Dirigir un país es un tema complejo. Dirigir un país como Israel es mucho más complejo. Israel esta en constante peligro de extinción con vecinos cercanos y lejanos que sólo piensan en dañar a sus ciudadanos y su territorio. Las decisiones que deben tomarse no siempre coincidirán con las férreas normas ortodoxas, aunque a veces las hayan flexibilizado y cerrado los ojos frente a la gran consigna de la defensa
y la seguridad. Lapid trae nuevas propuestas. No vamos a juzgarlo por ello, ni a demonizar su figura ni a ponerlo en lo mas alto del podio. Trae discusión sobre el tema al recinto donde debe tratarse y eso es positivo en el camino del crecimiento.
Discutir y acordar sobre temas tan sensibles no puede ser malo, siempre será positivo. Es seguro que nunca estarán todos conformes con lo que se decida. La mayoría va a imponer sus condiciones tarde o temprano salvo que queramos dejar de ser un país democrático.

Lucha por el poder de las decisiones y los documentos

Asistimos a una lucha interna del primer ministro que tendrá que decidir entre seguir en su sociedad con el partido ortodoxo Shas o por quienes lo siguieron en cantidad de votos y bancas en la última elección. La lógica de los números apunta a lo segundo, pero Netanyahu tiene lazos y compromisos de tiempo que lo ligan en forma muy fuerte con el partido religioso.
Con ellos ha logrado formar y mantener su gobierno anteriormente. Dejarlos fuera de la coalición debe ser para él como traicionar a un buen amigo. Shas no quiere perder su dominio sobre los nacimientos, casamientos y la documentación de los ciudadanos. Curiosamente dos partidos que se suponen opuestos como lo son Habait Hayehudí y Yesh Atid, están de acuerdo en demasiadas cosas.
Naftali Bennett fue criticado en forma muy agresiva por el líder espiritual del Shas, rabino Ovadia Yosef que lo descalifica por completo temiendo que sume adeptos entre su propia gente. Lapid no se salvó y fue tildado de enemigo de las yeshivot religiosas y un sinvergüenza. No es bueno que haya una lucha entre religiosos y no religiosos y tampoco entre religiosos de diferentes sectores. Pero la discusión debe darse con otro nivel y este es el momento.
Religiosos ortodoxos y religiosos sionistas tienen demasiadas diferencias. Sus coincidencias son ser judíos e israelíes y deben primar ante la lógica diversidad que existe. Religiosos y judíos laicos o tradicionalistas tienen también en común ser judíos y ser israelíes. Las diferencias son aun mayores en los temas referentes a las normas de vida diaria y al cumplimiento de normas religiosas.

Los problemas internos también pueden terminar con Israel

Aunque no debería suceder, los problemas de convivencia pueden dañar al Estado tanto o más que los enemigos externos. Israel solo puede existir si toda la población o su gran mayoría se comprometen en metas y objetivos comunes. No existe la uniformidad. Nadie puede pretender que su semejante sea igual a el. Los seres humanos somos diferentes y lo único importante es el respeto que cada uno tenga por las ideas de los demás.
Nada puede ser impuesto. Convencer es lícito pero obligar no lo es. Si hay cerca de ocho millones de ciudadanos en Israel es porque alguien los dejo entrar. Puede ser que la política inmigratoria no coincida con los postulados ortodoxos, pero esa es la realidad que tenemos.
Es muy importante separar el gobierno de la religión el Estado por un lado y la religión por otro. Tanto o más importante es el respeto que el Estado y sus ciudadanos deben tener con la religión y los religiosos en todos los niveles. Igual de necesario es que los religiosos ortodoxos entiendan que los demás no tienen que obedecer todas sus normas y su forma de vida.
La libertad y la democracia que hemos elegido debe ser el pilar fundamental del Estado de Israel. De la capacidad que tengan los políticos y dirigentes para llegar a las coincidencias depende mucho nuestro futuro. Luego deberemos enfrentar juntos los peligros externos.