Como uruguayo, siento la obligación de disculparme ante Israel y el pueblo judío. Aunque ya se vislumbraban actitudes como esta, el gobierno de Uruguay ha tomado definitivamente un camino que lo hace transitar en paralelo a países como Irán y Venezuela, mostrando así su simpatía hacia quienes sostienen a varios grupos terroristas.
Una sorpresa que no sorprende demasiado
Podríamos pensar que se trata de un torpe error diplomático, pero la sucesión de actitudes del propio Presidente y de su Canciller apoyando a los palestinos en desmedro del Estado de Israel confirman una línea de pensamiento lamentable. José Mújica es un hombre que conoce los métodos violentos utilizados como medio de conseguir objetivos. Aunque en los últimos años haya abandonado esa línea para dedicarse a la política, parece no disgustarle demasiado que en otros sitios se siga utilizando. Puede ser pragmático, adaptarse a las necesidades, amoldarse a las situaciones que provoca el cargo y la responsabilidad que ocupa, pero en el fondo y al final de todo cada uno es uno mismo. Le es difícil abandonar las ideas originales con las que vivió tanto tiempo. No voy a analizar ahora los motivos por los que en su momento los Tupamaros tomaron las armas y cometieron todo tipo de atentados, secuestros, y copamientos. Los militares han realizado todo tipo de abusos, utilizado la violencia desde el poder, han desobedecido y burlado todas las leyes y todos los derechos. Eso no tiene discusión. Pero no significa que por oposición, lo hecho por el grupo que integraba el hoy presidente haya sido adecuado. Los métodos violentos que utilizaron fueron también deplorables. Quizás es por eso que a Mujica no le impresionen los actos de terror, los ataques a civiles indefensos, los métodos de los terroristas, los que matan o mueren tratando de convencer con la violencia.
Los hechos y reacciones inmediatas de la comunidad judía
Uruguay votó una resolución del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas (ONU), que dispone enviar una misión a investigar el impacto de las colonias judías en territorios palestinos ocupados. La comunidad judía reaccionó con desconcierto y malestar agravado porque a su vez el gobierno uruguayo se abstuvo de votar el envió de un relator a Irán. El gobierno israelí decidió romper relaciones con el Consejo y no permitir el ingreso de sus funcionarios para cumplir con la resolución. La posición uruguaya deteriora las relaciones entre su gobierno y el israelí y no sólo se trata de un hecho aislado. Nos estamos acostumbrando a ver un acercamiento peligroso con el régimen iraní y su socio venezolano. La cancillería uruguaya defendió su voto en un comunicado diciendo que mantiene esa posición sobre los asentamientos israelíes desde el año 1998. Manifiesta también que los cuestionamientos quieren perjudicar las relaciones de amistad excelentes que Uruguay tiene con el Estado de Israel, tratando de minimizar la importancia de su abstención en el tema de Irán. Sin embargo la realidad es que se voto en consonancia con 13 dictaduras africanas y asiáticas. Teniendo como presidente del Consejo de Derechos Humanos a la diplomática uruguaya Laura Dupuy, podríamos esperar que Uruguay defendiera la libertad, la democracia y los derechos en contra de todas las dictaduras. Por el contrario, lo que hizo fue atacar a la única democracia del Medio Oriente y abstenerse de estar en contra de la dictadura iraní, una de las más terribles del mundo que además financia el terrorismo, lapida mujeres y ahorca personas en las plazas públicas.
No creo que la mayoría del pueblo uruguayo este de acuerdo con estas decisiones del gobierno y en todo caso no ha sido consultado. La situación será muy negativa para las relaciones entre Uruguay e Israel y pueden producirse cambios que afecten esa gran amistad que hemos construido con el tiempo. No puedo pedir disculpas en nombre del Presidente uruguayo, el esta convencido de lo que ha hecho. Su actitud marca una peligrosa tendencia para el futuro cercano. Sus decisiones respecto a este tema hacen que nos vean muy mal a todos los uruguayos. Por ello, me veo en la obligación moral de reiterar mis disculpas. Como judío uruguayo, siento vergüenza ajena por hechos que no comparto en lo absoluto.