El Presidente de Venezuela ha rogado a Dios que le de vida, que no se lo lleve todavía, aduciendo que tiene cosas por terminar. No tiene cabida en nuestra cultura desear la muerte a nadie. No importa cuán malo haya sido o siga siendo un individuo. No puedo querer que muera una persona y no me alegra el sufrimiento que produce esta terrible enfermedad de la que nadie está a salvo. Pero hay también otras razones por las que deseo que Dios le conceda su pedido.
El no está arrepentido de nada de lo que hizo, sigue firme en sus convicciones autoritarias, aunque la cercanía de la muerte lo haya afectado sobremanera. Al fin se dio cuenta que no es más que un mortal, no un ser superior, un elegido como ha querido mostrarse en sus discursos y arengas. Creo que en Venezuela vienen tiempos de cambio. Al menos sus ciudadanos tendrán opciones para no seguir en este camino que lo conduce hacia el abismo. El debería ver que su obra maléfica no culminará como lo pensó y está bien que viva al menos hasta que esto suceda. Su fanatismo le ha hecho creer que su gobierno es para siempre, que podrá mantener bajo su tutela a todo el pueblo venezolano, aceitando con beneficios a sus partidarios y aplastando con sus armas y sus decretos presidenciales a sus oponentes.
Cuando su gobierno deje de cerrar medios de prensa para dominar la opinión y acallar a los opositores puede ser que Venezuela vuelva a ser el país democrático que conocimos antes de la era de este presidente autoritario acostumbrado a extorsionar e imponer.
Hace unos días vi un video en el que Chávez extorsionaba telefónicamente en un show mediático preparado con anticipación al dueño de un banco, ante una asamblea partidaria y bajo los aplausos de su público. Repetía una y otra vez… “usted sabe que puedo quedarme con su Banco, expropiárselo”. Pero póngale precio que yo se lo compro… (Como si se tratara de un negocio privado y fuera a utilizar dinero propio). Cuando el supuesto interlocutor le dijo que el Banco no estaba en venta, le repitió socarronamente y a tono de amenaza: “Usted sabe bien que puedo hacerlo, que puedo expropiar su Banco ahora mismo” y sin mediar siquiera un minuto le cortó la comunicación dejando en el aire toda su soberbia, su fanfarronería, y su falta de ética. No sé ni quien es el banquero, cual es su nombre, si hizo algo malo, si es honesto o un delincuente. Pero eso no viene al caso ahora. El presidente disfrutó de su obra de teatro, gozó de demostrar, a la vista de todos, su poder absoluto. Fue realmente desagradable. Si ante la posibilidad de la muerte y los ruegos del involucrado pude sentir un minuto de lástima, luego de ver éste y otros videos que lo muestran llevándose todo por delante, reconfirmé en mi interior que se trata de un individuo que ha hecho mucho mal a muchísima gente y al mundo civilizado, mediante su prepotencia y sus acuerdos con lo peor que habita en este planeta. No le deseo la muerte, ni es digno de lástima.
De la soberbia al ruego
No es lindo ver rogar a alguien por su vida. Parece que al grandilocuente Chávez ha cambiado al sentir la posibilidad de una muerte cercana. La muerte no hará distinciones cuando llegue. Todo su dinero, todo su poder, todo eso de lo que él ha presumido, no valdrá de nada. Su soberbia habitual se ha convertido en ruego en una misa que lo muestra casi como un ser humano común. Cuenta en una entrevista que lloró frente al espejo al saber de su enfermedad y su situación. Sería algo normal en una persona común. Justifico la caída de algunas lágrimas en misa, algo que no haría falta si el mismo no pensara que está mal llorar para un todopoderoso como él. La cercanía de sus padres, sus caricias que el mismo confiesa no haber recibido durante mucho tiempo, hablan de que la situación de su salud es complicada. No me alegra verlo rogando, pero me alegra no verlo insultando, agrediendo y con fuerza para seguir atacando a quienes se opongan o enfrenten a sus amigos de Irán y Siria. Es hora también de que deje de insultar y arremeter contra Israel como un caballito de batalla para su política interna y externa.
Por ese motivo hasta ahora, Chávez ha tratado de demostrar que está mejor, que pronto volverá a sus funciones, declara en las entrevistas que estuvo revisando con sus ministros diferentes asuntos de Estado, y todos hacen como que aquí no ha pasado nada. Lo que desean que pase es el tiempo. Que las elecciones vengan de una vez antes de que un desenlace fatal pueda cambiar el panorama. Por ahora las encuestan lo favorecen pero ya no tendría una mayoría tal que le permita hacer lo que le venga en ganas. Dependerá de los próximos acontecimientos la posibilidad de que la oposición liderada por Henrique Capriles Radonski suba en la intención de voto lo suficiente como para aspirar a una victoria. De producirse, no creo que los chavistas se retiren fácilmente de mando. Aman el poder y saben que con otro gobierno, muchos de ellos serán juzgados por la ley. Tanto la continuidad sin Chávez como un cambio a favor de la oposición traerán nuevos enfrentamientos en los que cada uno va a querer imponer espacios de poder, esos que por la fuerza o los cargos públicos los hagan casi inimputables. Pero es parte de la historia que le ha tocado a la nación sudamericana, una historia que se escribe cada día y está lejos de terminar. El presidente ha dicho en sus ruegos “No me lleves todavía, tengo muchas cosas que terminar”. Podríamos afianzar el pedido y sumarnos al suyo. “No te vayas todavía, hay muchas cosas que tendrías que ver”.
Chávez tendría que ver a su pueblo gozar de la libertad y la democracia que su gobierno ha distorsionado. Debería ver a sus amigos de Irán sucumbir en sus intentos por construir bombas nucleares. Ojalá pueda ver que la destrucción de Israel solo está en su cabeza, en la de Ahmadinejad y en la de sus discípulos, pero que nunca se hará realidad. Ojalá pueda ver a su amigo el Presidente de Siria, juzgado y preso por las masacre de sus propios ciudadanos. Tienes demasiado para ver. No te vayas todavía….