El país no es la izquierda ni la derecha, no es los religiosos o los laicos, no son los rusos o los latinos, no son los israelíes nativos o los nuevos inmigrantes. El país somos todos y hace falta un gobierno. No podemos dirigirnos en forma individual. El gobierno elegido en las urnas será el gobierno de todos.
Frío, tormentas y lluvias crean problemas que interfieren con la vida diaria y las actividades habituales de los israelíes. Sin embargo nada se detiene, aunque la gripe haga estragos en la salud y haya que sacar las camperas del ropero. En un país donde lo habitual es la falta de agua, se han producido desbordes que provocaron inundaciones en muchos sitios.
Hubo que salir al rescate de las personas afectadas. Ejército, Bomberos, y Defensa Civil se unieron esta vez con rapidez para solucionar la situación. La aviación y la marina tuvieron bastante trabajo para evacuar familias enteras que tuvieron que subir a los techos para protegerse. Estamos acostumbrados a recibir mucho más que lluvia desde el cielo y en todo caso un poco o mucha agua ayuda en muchas actividades que la necesitan. Pero como en todas las cosas los excesos no son convenientes. Ante la adversidad, todos juntos para salir adelante.
El clima político sigue frío entre la población
Dice el conocido refrán que “después de la tormenta llega la calma” y esperemos que sea así en todos los sentidos. Aunque los políticos se han empeñado en los últimos días en calentar un poco las elecciones, la apatía general sigue vigente. Son demasiadas las personas que no se interesan por el tema, como si se tratara de un asunto de otros, como si cualquiera que fuera el resultado no fuera a cambiar en nada su vida.
La lucha entre la seguridad y la paz es casi el único argumento que se ha planteado. No se habla de personas, ni de proyectos, ni de programas, ni de ideas. Los comentarios son tan simples como “voto a tal candidato porque es más duro y nos va a defender mejor” o “voto a tal otro porque no quiero un Israel extremista ni cerrar la posibilidad a una futura paz para nosotros”.
La derecha acusa al resto de querer dar concesiones a los enemigos pero el sector de centro izquierda no va a regalar el país. Negociar defendiendo lo propio no quiere decir entregar tierras por paz, una fórmula que todos saben que ha fallado anteriormente. Tampoco ir a la guerra y quedarse en el borde ante la presión externa o negociar con los terroristas treguas o retiradas ha sido positivo.
Sin embargo, volver a sentarse en la mesa con los países amigos que este gobierno ha alejado es algo tan obvio que no merece análisis alguno. Regresar a las conversaciones directas para resolver el conflicto o por lo menos intentar mantener la calma hasta que aparezcan soluciones es también necesario. Reforzar el apoyo de los Estados Unidos es como la tapa del libro, algo que no puede faltar en el camino a recorrer. Somos un país fuerte, pero no podemos enfrentarnos solos a todos los peligros y a todos los enemigos que abundan en el planeta.
La soberbia no debe ser la forma de manejarnos. El saberse poderoso no nos tiene que confundir. Nadie puede hoy en día desarrollar una nación en forma solitaria o sin relacionarse con el resto del mundo. Somos parte del concierto internacional, con el que negociamos, al que vendemos y compramos. Con parte tenemos muchas coincidencias y con otra parte muchas diferencias, pero al fin y al cabo son el ámbito en el que debemos convivir y seguir existiendo.
El mundo actual no es igual al del pasado
La tecnología, los cambios de poder en diferentes partes y especialmente en Medio Oriente, los fanatismos religiosos y de los otros, la propia economía y la necesidad de subsistencia a cualquier precio han cambiado las reglas de juego una y otra vez. Este no es el mundo que podemos leer en los sabios libros de la historia. Las decisiones y la posición frente a los hechos no pueden ser sacadas de los textos salvo como apoyo y como base de una forma de sentir o una orientación que nos indique cómo queremos vivir. Pero esas decisiones no van a depender solo de nosotros.
Estamos condicionados por lo que otros hacen y por lo que otros piensan. Al menos que queramos encerrarnos en un pequeño pedazo de tierra, apagar los televisores, silenciar las radios y abstraernos de utilizar Internet, además de eliminar los diarios, vamos a tener que flexibilizar algunas cosas que damos por verdaderas, aunque hayan sido escritas en los libros por personas brillantes que nos quisieron dejar su legado.
El mundo en el que nos toca vivir es absolutamente diferente. Las cosas que no existían antes hoy existen. Sin ir más lejos, las armas con las que unos pocos pueden dominar a muchos son terriblemente más sofisticadas y peligrosas. Son decisiones difíciles pero hay que elegir entre adaptarse “sin salir de los principios elementales” o dejar definitivamente de pertenecer a este planeta.
LA CONSIGNA ES VOTAR
Hay que aportar un grano de arena al futuro. El ciudadano no puede en forma solitaria ayudar a los cambios ni hacer que las cosas se encaminen en el sentido que cree correcto. La violencia no es en nuestro caso un método aceptable para cambiar lo que esta mal o mejorar nuestra vida. Solo hay una oportunidad cada varios años en que las personas pueden incidir y es una obligación moral utilizarlas. No podemos quejarnos de lo que nos sucede si por lo menos no hacemos uso del derecho de opinar que nos regala la democracia.
Las ideas y la interpretación de la realidad no es igual para todos. Quien piense que este gobierno lo representa es tan israelí como quien cree que hay que cambiar y generar otras posibilidades. Ninguno puede arrogarse ser más que los demás. Hay que ir a votar. Nadie debe quedarse en casa como si fuera un día más. Votar por quienes creen que llevará adelante esta Empresa y represente mejor sus ideas o sus expectativas, pero participar.
Después de las elecciones debemos aceptar los resultados y seguir adelante. Israel está por encima de los intereses sectoriales, es nuestra casa y debemos defenderla, seguir creando y creciendo con el aporte de todos.